Cosecha

Estoy en el tren hacia el aeropuerto de Bruselas y mis ojos se llenan, repentinamente, de lágrimas de alegría. No es la primera vez que me pasa. Quién sabe qué caminos inconscientes me hacen sentir intimidad en un vagón vacío. Casi vacío, porque un nene rubio entra y sale jugando con una valija también medio vacía que hace rodar desde y hacia el pasillo una y otra vez. Es difícil explicar la sensación que me hace reír y llorar a la vez, esta emocionante sensación de de éxito afortunado. Siento, de golpe; que estoy cosechando. Palpo en esta intimidad imprevista los frutos. Celebro llorando mi cosecha de lo inverosímil, de lo improbable, de lo deseado a tientas. De coincidencias que dan sentido a mi testarudez, a pasos que di hace tiempo y se re-significan hoy. Este último mes ha sido una explosión de buenas noticias y experiencias tan insólitas que me dieron ganas de aprovechar el retraso de mi avión a Valencia para contarles por qué lo que estuvo sucediendo me hace llorar de alegría.

  • El miedo

    Cuando me lancé al nomadismo uno de los miedos que tenía era disolverme en el constante movimiento. Que viajar implicara dejar de hacer las cosas que habían sido mis raíces frente a los vientos de la vida: bailar, cantar y crear en conjunto. Entonces, me inventé las videocanciones para tener un formato que me mantuviera cantando en el camino y armé este blog para tener a donde depositar la catarata de reflexiones que sospeché me atacarían. Cuando me fui, me fui con este miedo encima. Lo apacigüé diciéndome que no se puede dejar atrás lo que se lleva dentro.

La Serendipia de siempre

Esta vez todo sobrevino muy rápidamente, como en un guión forzado. Si fuera más mística usaría estos momentos de la vida para reforzar mi misticismo pero como no me hago cargo de tener uno – porque le tengo miedo a lo que puede generar el misticismo acérrimo – interpreto estos enviones accidentales como una configuración improbable pero buscada que cuando llega se agradece.

Pasku y yo nos habíamos decidido por uno de varios planes alternativos para el mes de Mayo. Consistía en irnos de viaje en camioneta por México. Uno de los planes que habíamos desestimado (por caro) era viajar otra vez a Europa para asistir a la boda de un gran amigo de su adolescencia. Yo había sido invitada también a un Festival de arte en Letonia al que podía ir si íbamos a Europa, pero resultaba carísimo viajar especialmente. Nos habíamos inclinado por la opción más gasolera de recorrer la huasteca potosina en camioneta. Nuestra fecha de salida iba a ser el 11 de Mayo pero Pasku decidió retrasarla para poder llevar a bucear a una clienta que justo llegaba de España y quería bucear 3 días del 14 al 17. El 14, entre buceos, Pasku le comentó a su clienta que pronto se casaba un amigo en Galicia pero que nosotros no íbamos a poder llegar.

Ella: – Pero… tú quieres ir?
El: – Hombre claro, pero es que no me dan los ahorros.
Ella: – Yo puedo intentar darte boletos para el 17, y llegas el 18, el día de la boda. Boletos de cortesía que mi aerolínea nos da a sus trabajadores. Todavía tengo disponibles…

Boom! Oportunidad inesperada. Cambio de planes.

Lo que siguió fueron 3 días de locura, de empacarlo todo a toda velocidad, de cruzar los dedos para que los billetes – sujetos a disponibilidad – nos llevaran hasta la boda en Galicia. Corrimos por Barajas para conectar con el vuelo a Galicia y, ni bien aterrizamos en Vigo, nos disfrazamos de elegantes en el baño del aeropuerto, para correr hasta la boda y entrar (tarde, pero seguro) al son de una ranchera. El novio lagrimeó, y yo también. Llegamos a la boda y festejamos; pero la serendipia apenas estaba empezando.

Siempre aplicando, nunca inaplicando

Frente a la perspectiva de estar en Europa durante el verano, me había apurado a escribirle a la organizadora del Festival en Letonia para explicarle mi curioso cambio de planes y que todavía estaba interesada en participar de su Festival. A ella le pareció muy bien y me dijo que habría lugar para mi si lograba llegar hasta Letonia. Vale la pena comentar que aplicar al Festival de Letonia había sido bastante alocado desde el principio. Lo hice desde un ranchito en la playa en Uruguay y, aunque parecía prácticamente imposible que se fuera a dar, me había llamado la atención, el destino y lo que decían los organizadores de modo que hice los clicks pertinentes para ver si podía abrir una puerta que no tenía muchas esperanzas de trasponer. Sin embargo, nunca se sabe…

Unos días antes de nuestra supuesta partida del 11 de Mayo, también me había apurado (como ven soy de apurarme) a aplicar a una de esas convocatorias para viajeres generadores de contenido a las que ya me hice afecta sin más éxito que llegar al Top10 de Cancún.com en 2018. Esta vez la convocatoria era especialmente atractiva porque el contenido audiovisual a generar era sobre ONGs y proyectos de desarrollo sustentable financiados por la UE en diferentes países del mundo: Faces2Hearts.

En el tintero

Terminada la boda, esas posibilidades continuaban en el tintero. Una dependía mayormente de mi, tenía que conseguir una manera de llegar a Letonia que pudiera costear. La otra, dependía de la decisión de los organizadores y había que esperar un par de semanas más para que anunciaran públicamente quienes serían los 20 vloggers de Faces2Hearts.

Los que leyeron mis últimos posts saben que a Letonia llegué y lo pasé espectacular, porque ya lo conté en este post. Y también se habrán enterado de que no sólo quedé seleccionada para Faces2Hearts, sino que tuve que irme corriendo a Bruselas apenas terminó el Festival en Letonia para participar de la semana de entrenamiento que nos preparó la Comisión Europea.

En resumidas cuentas, en 3 semanas nos regalaron billetes para que fuéramos a una boda en Galicia, lo cual me hizo posible ir a Letonia a mi primer festival de arte a través de artrvl.com. Como si todo esto fuera poco, mientras estaba en la Fortaleza de Redans grabando la videocanción para el Festival Karostas me llegó un mail diciendo que había ganado mi lugar en Faces2Hearts y me tenía que ir corriendo a Bruselas (por suerte tan lejos no estaba). Tanta cosa en tan poco tiempo resulta inverosímil pero a veces pasa… Y cuando pasa… hay que trabajar duro para aprovechar la racha!

Lo improbable

Cosechar sabe a éxito. Y ese sabor puede aparecer cargando una mochila llena de ropa sucia y cámaras en un tren semi vacío después de dos semanas mal dormidas.

Quiero decir: El éxito es subjetivo.

Es un sentimiento. Este que viene ahora mismo cuando se me llenan los ojos de lágrimas en este vagón. Este que aparece siempre junto con un agradecimiento enorme. O por qué es un lugar común eso de agradecer cuando se recibe un premio? Quizás no sea casualidad esto de agradecer cuando se nos reconoce, cuando aparecen oportunidades que se asemejan a nuestros sueños. En el momento en que nos palmean el hombro, nos sonríen, nos aplauden, nos asienten; buscamos con la mirada a quienes saben lo que nos costó, a quienes saben que ese momento podría no haber llegado nunca y hubiéramos seguido, obstinadamente, persiguiendo improbables.

Exito al 10%

No sé quien dijo que el éxito es 90% esfuerzo y 10% inspiración.
Picasso dijo que la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando.

Estoy en mi vagón escribiendo mentalmente este post con lágrimas en los ojos y vuelvo a reflexionar sobre el éxito y la oportunidad. El éxito es subjetivo, transitorio: 90% oportunidad y trabajo, 10% inspiración y suerte. Por eso cuando sucede, cuando se manifiestan esos improbables uno se siente afortunado. Sí, trabajé para todo esto. Pero la oportunidad es pre condición para el éxito. Por eso la meritocracia es un cuento que gusta y puede ser útil, pero que no cuenta toda la historia. No tenemos todes las mismas oportunidades. Todo eso pienso en el tren. Entonces agradezco a las oportunidades que tuve y que me busqué. Agradezco a quienes han bancado mi singularidad a lo largo de mi vida para que en lugar de suprimirla o amoldarla la continuara estudiando y puliendo.

La semana de entrenamiento en Bruselas fue intensa. Letonia había sido intenso. Mi viaje por Argentina en Septiembre promete superarlos a ambos. Mi éxito consiste en comprometerme a trabajar aún más duro de lo que vengo trabajando pero encontrando otras estructuras en la que insertarme, otras plataformas desde que lanzarme y más colegas de los que aprender y con quienes compartir el camino. Mi éxito consiste en descubrir un camino que se hace al andar. Que se siga desplegando, que se mantenga interesante. Estoy llegando al aeropuerto. Recuerdo ese miedo del comienzo y lo vuelvo a agradecer. Cargo mi mochila llena de equipo y mi alegría la aliviana.

“Aquí vamos otra vez” – pienso y me imagino todos los abrazos que quiero dar.