Etimologías #5 Probable

Para definir probable, es imprescindible definir probabilidad: la vara aparentemente objetiva que nos permitirá agrupar predicciones bajo las categorías de probable o improbable, cosa que todos hacemos todo el tiempo de modo más o menos consciente. Tras un par de meses de aventura y ávida busca de lo accidental, me propongo indagar en los orígenes y significados de estas nociones.

Si ya leyeron algunos de mis posts, sabrán que viajo de manera bastante improvisada, dando por sentado que la serendipia acudirá a mi ayuda y que lo accidental, lo improbable acontecido, marcará el camino que quiero tomar. Cuando uno viaja sin itinerario la ruta que se arma carece de sentido a priori. No fui de sur a norte. No predomina la eficiencia o criterio de dirección. Pero como es condición humana, el sentido siempre se encuentra en la retrospectiva. Así me garantizo la aventura, caracterizada según Georg Simmel por el hecho de que algo aislado y accidental pueda responder a una necesidad y abrigar un sentido. El aventurero es quien convierte la ausencia de sistema en el sistema mismo de su vida. 

Definición técnica

Más arriba está la definición coloquial de probable, según la Real Academia Española. Pero no me conformó, así que le mandé un whatsapp a mi papá (ingeniero y profesor él) pidiéndole la definición técnica de probabilidad, para rastrear los orígenes de nuestro uso coloquial de esta noción:

 

O sea que la probabilidad establece una relación entre el número de sucesos favorables y el número total de sucesos posibles. Es claramente un concepto muy de laboratorio. Si pensamos que esta idea siempre se pone en juego en relación al azar, es decir a los devenires de fenómenos que se caracterizan por causas complejas, no lineales y sobre todo que no parecen ser predecibles en todos sus detalles (Wikipedia); aparece una contradicción. ¿Quién puede afirmar conocer todos los resultados posibles de semejantes fenómenos? Pareciera que la probabilidad es un consuelo frente a la incertidumbre. Un paliativo para que cuando no podemos saber exactamente lo que va a pasar (¿siempre?), podamos al menos cuantificar ese signo de pregunta titilante: nuestra ansiedad.

Además del problema que yo señalé, que aparece en realidad a la hora de usar esta noción fuera del laboratorio, mi papá me hizo ver otro:

 
A mí, viajera, artista, creativa me alarma la aplicación a la vida cotidiana de una noción netamente abstracta y de laboratorio. Pero incluso en el laboratorio, esta noción se funda sobre sí misma. Mi papá profundizó su explicación:

 

¿Probable y Sensato?

Ya investigada y objetada la definición técnica, volvamos al diccionario. El diccionario identifica lo probable con lo verosímil (apariencia de verdadero) y con aquello que se puede predecir basándose en buenas razones. Suena muy subjetivo. ¿Qué es una buena razón? Sigo buscando, ya me toca ir hacia la raíz etimológica y hacer honor al nombre de esta sección.

De Wikipedia:

  • Según Amanda Dure, “Antes de la mitad del siglo XVII, el término ‘probable’ (en latín probable) significaba aprobable, y se aplicaba en ese sentido, unívocamente, a la opinión y a la acción. Una acción u opinión probable era una que las personas sensatas emprenderían o mantendrían, en las circunstancias.”3

 
Sensatez, buenas razones, predicciones. Todo me remite a opinión. En la raíz de todo esto está el verbo probar, que viene del latín probare (ensayar, examinar) que viene a su vez de probus (bueno, honrado, confiable). Otra vez el perro se muerde la cola, la definición coloquial es también inconsistente y subjetiva. Ya lo sospechaba yo cuando inicié esta búsqueda. Probable es una palabra que coloca en el centro las ideas del sujeto sobre la vida y lxs otrxs. Se construye a partir de las opiniones escondidas en el paradigma vigente, principios en los que creemos a menudo sin plena consciencia de cuáles son y determinan qué tiene apariencia de verdadero o sensato. Estas opiniones estarán a su vez determinadas por el sistema económico, de poder y de saberes que impere. Lo probable pasa a no ser más que lo esperable, que tendrá mucho que ver con lo ya observado, lo ya acontecido. Así, una noción que puede reconfortarnos frente a la incertidumbre (y sirve, ¡soy de las que agarran el impermeable cuando hay probabilidad de lluvia!), también restringe nuestro imaginario sobre lo posible, replica el status quo. Sin embargo, lo improbable siempre acontece: una vaca cae sobre un buque en alta mar y mata a su tripulación. Y cuando acontece, poco nos importa cuán probable era antes de acontecer.

Viajar y Bailar

Viajando se me hace muy evidente que lo improbable está siempre aconteciendo. Cada día es una concatenación de accidentes. Cada nueva configuración accidental abre y cierra posibilidades de manera extremadamente dinámica. Todo el tiempo se confabulan improbables sorpresas a nuestro alrededor. Pero si todas nuestras energías están concentradas en sostener una rutina, en hacer predecible todo el resto del día, la semana, el mes; no veremos danzar estas dinámicas configuraciones a nuestro alrededor. No le daremos lugar en nuestro paradigma y no saldremos a danzar con ellas. Viajando me propongo bailar cada día esta danza y mi vida se parece a los ejercicios de improvisación grupales (escénicos, musicales) que tanto me han entretenido a lo largo de mi vida. Hay quien me llama optimista. Yo compruebo el realismo de mi optimismo día tras día. Claro que hay una habilidad improvisadora que desarrollar, tanto como la habilidad de otorgar sentido y obtener valor de cualquier resultado. Como cuando me alegro de ganar una herida de surf, por ejemplo. Hablando de otorgar sentido a los accidentes, siempre están lxs amigxs que me asisten en esa tarea:

 

¿Soy un accidente?

A lo largo de este artículo usé muchas veces la palabra accidente para referirme a las configuraciones que se suceden a nuestro alrededor en forma de circunstancias que nos entretejen.
Aristóteles llamó accidentes a los cambios que operaban sobre las sustancias sin destruirlas o corromperlas. La sustancia sería más o menos aquello que designamos con el verbo ser, a.k.a los sujetos y los accidentes todo lo que normalmente elegimos poner después del verbo estar: Muriel está bronceada.
Escribiendo esto, me pregunto cómo entienden filosofía aristotélica los sajones, ya que el inglés no diferencia ser de estar!
Yo estuve llamando accidentes a todo lo que no fue planeado o previsto. En general imagino un escenario, un paisaje, un entramado que se mueve azarosa y permanentemente entre probabilidades. Si le sacamos una foto, vemos los accidentes de ese instante. Pero estamos nosotros también en ese paisaje, bailando y accidentándolo a su vez. En ese caso: ¿Dónde queda la sustancia?

No somos libres de dejar de ser libresJean Paul Sartre
A menudo me pregunto qué aspectos de mi comportamiento revelan más mi ser:¿aquellos que logro modificar a fuerza de trabajo, voluntad, deseo, o aquellos que se expresan desde un lugar tan profundo que a menudo no consigo ni siquiera verlos, mucho menos modificarlos? ¿Acaso seré la incongruente, quimérica y discontinua combinación de ambos? No respondo. Pero sigo bailando mi viaje, concatenando improbables en un intento por palpar los difusos límites entre mi sustancia y sus accidentes.