Derechos y torcidos

El 14 de Junio desperté en Sri Lanka con la piel fina y el corazón blando. Había estado en vela hasta las 2 de la mañana, mirando el live streaming de la Cámara de Diputados debatiendo el Proyecto de Ley por el aborto Legal, seguro y gratuito en Argentina. Durante esa semana me acosté y desperté llorando varias veces. Hoy, 25 de Julio, despierto en Indonesia con la noticia del Decreto 683/2018 que reforma las FFAA salteándose al Congreso. Ya van más de dos años de viaje y hay ocasiones, como éstas; en que las noticias de Argentina me afectan mucho. Entonces me despierto en México, Sri Lanka o en Indonesia y no conecto con mi presente. Quedo en un limbo de emociones algo solitarias por algunas horas. Se lo adjudico a que no puedo salir a la calle, o abrazar a mis amigos. No puedo accionar al respecto porque estoy lejos y… ¿no es mi realidad?

Bucles de historia

Cuando tenía 18 años nos encargaron en mi Colegio un trabajo práctico sobre la dictadura militar. Era un trabajo que atravesaba varias materias. Nos daban bibliografía obligatoria (de la que recuerdo sólo Vigilar y Castigar de Foucalt) y nos instaban a completar con la nuestra. Cada estudiante tenía que elegir su enfoque. Yo elegí el de los medios y me compré el libro “Decíamos Ayer” como una de las principales fuentes. Me había cambiado a ese Colegio 3 años antes porque tenían un poster de la tapa del “Nunca Más” colgado en el patio del recreo. Eso había bastado. No sé en qué momento el tema se había transformado en algo tan central para mí. Creo que se lo debo a mi hermano mayor y a Actitud María Marta, porque mi mamá y mi papá, si bien nos educaron en la libertad y el respeto; no nos hablaron demasiado del golpe, ellos habían sido de los que para atravesarlo, mantuvieron el perfil bajo y el activismo nulo. Mi mamá esperaría hasta ser Defensora Oficial para hacer su militancia de garantías y mi papá tardaría aún más años en empezar a insuflar sus clases de Termodinámica de perspectiva social. Recuerdo que él se emocionó cuando le di mi trabajo final de 5to año. Después de leerlo me comentó que se reconoció en esa actitud de silencio temeroso (casi inconsciente) y cómplice. También me dijo que nunca se había tomado el tiempo de pensar en eso y que leyendo mi trabajo le había sucedido algo. Mi papá no tiene ni muchas fotos mías ni dibujos de cuando era chica guardados, pero tiene ese trabajo en alguna carpeta en su casa. Cuando Macri ganó la segunda vuelta en 2015, La Nación publicó un Editorial estremecedor. Era estremecedor no sólo por su contenido, sino porque además comunicaba algo así como “listo, recuperamos el poder, ahora podemos cambiar al discurso que defendemos”. Hablé con mi papá por Whatsapp sobre eso. Le dije que Macri era la dictadura, que era grave, que estaba preocupada. Menos de un mes más tarde decidí volverme nómade. Las circunstancias me ayudaron mucho a no temer. Sabía que iban a hacer mierda el país y, confieso, no quería quedarme a verlo. Además quería viajar, claro, cumplir sueños, conocer otras realidades y un montón de cosas bellas a nivel personal. Pero que mi casa se pusiera tan turbia me ayudó a despegar.

Dónde volver

Los países que visito no escatiman en malas noticias, violaciones a los derechos humanos, conflictos, injusticias y abuso de poder. Sin ir más lejos, Nicaragua, a donde fui 3 veces y donde organizamos un encuentro el año pasado; está en este momento prendido fuego. Están matando a la población civil. En todos lados se repiten los patrones nefastos de nuestra curiosa especie que, o no aprende, o lo hace a una velocidad que sospecho le costará la supervivencia. Lo de Nicaragua me entristece, le pregunto a mis conocidos allá como están, les mando fuerza. Sin embargo, lo que sucede en Argentina me afecta a otro nivel. Y me pregunto por qué. Me resulta paradójico que mi corazón esté tanto allá. Claro que soy Argentina, legalmente es el único sitio a donde tengo derecho a trabajar. Pero trabajar online me permitió gambetear esa condición y vivir también en una especie de limbo legal. Sin embargo, este nivel de afectación no tiene nada que ver con lo legal. Tiene que ver con mi historia y toda la gente que quiero allá. Pero además supongo que pone en juego la idea de volver algún día quizás. Toda mi vida quise viajar. Unos meses después de entregar ese trabajo práctico sobre la dictadura, estaba buscando becas para estudiar en el extranjero. Mi curiosidad y sed de mundo eran muy fuertes. No hubo becas, en cambio hubo Fuerzabruta y el cáncer fulminante de mi mamá. Después de que ella murió, mis ganas de viajar mermaron sorprendentemente. Me pregunté a lo largo de los años si sería por la tristeza del duelo, o simplemente porque una cosa es viajar sabiendo que uno tiene a donde volver, y otra cosa muy distinta es sentir que no. Con los años recuperé las ganas de viajar, claramente, y hoy desde esta lejanía vuelvo a experimentar esa paradoja pero desde un lugar social, no personal. Una cosa es no volver por estar a gusto en otro sitio, y otra cosa es creer que está todo mal y no me conviene. Casi como si no hubiera a dónde.

Circunstancias en la piel


  • Sé y veo que el mundo es un lugar injusto lleno de problemas urgentes. Pero los problemas de Argentina me duelen más. Como si ese territorio llegara hasta mi piel nómade. Pienso en toda la gente hermosa que conozco en Argentina y a quienes extraño, con quienes me hubiera cruzado en la Plaza o en el Congreso esas noches que pasé en vela en Sri Lanka, sus helados días de vigilia. Siempre que viajo compruebo que las circunstancias forman a la gente. Que la ligazón que hay entre derechos y territorios es tan arbitraria como determinante en la vida de las personas. Que son muy lindos los discursos de motivación que sostienen que uno se hace a sí mismo, que tiene que cambiar su mindset para poder construir lo que desea, que todos podemos; pero que son peligrosos si no se habla de sus limitaciones. La sociedad en que nacemos nos hace también. Las circunstancias que nos atraviesan condicionan nuestras posibilidades. No podemos olvidarlo. Porque si lo olvidamos nos quedamos con la revolución de la alegría. Vacía, falsa, muy peligrosa. Desde mi rinconcito alquilado en Indonesia, agradezco saber que hay tantos y tantas defendiendo nuestros derechos allá, en la tierra a la que estoy ligada, sí, por los papeles pero más irremediablemente por el corazón. A todes ustedes: gracias y por favor, cuídense.
Foto de la estatua militante gentileza de Alelí Alegría Cuba, una luchadora.