Ya que era residente, era hora de viajar otra vez. Mi vuelo salía el 19 de Mayo de 2021 desde Sao Paulo, pero me iría de Santa Catarina el 13 y pasaría unos días en la gran ciudad organizándome, porque se me venía una maratón productiva.
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Pareciera que cuando uno le pone fecha de finalización a las etapas, las cosas se aceleran. Aunque probablemente lo que se acelera es la propia percepción. No hay nada como los límites para instigar esfuerzos.
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Abracé a Aylin, le agradecí a Maru y le dije chau al horizonte otoñal de praia do Luz, a donde ya no se podía surfear porque había empezado la temporada de tainha, una pesca tradicional que cierra muchas playas para el surf durante algo así como un mes cada año.
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La manejada desde Ibiraquera hasta São Paulo fue de 12 horas. Para seguir coleccionando primeras veces, algo que no había hecho nunca en mi vida.
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Rodrigo me hizo unos sanguchitos exquisitos para el viaje. Mis amigues me mandaron playlists que me acompañaron y, tras publicar el viaje en BlaBlaCar, también me acompañó una estudiante de derecho que se mudaba a la gran ciudad por amor.
El Scénic se portó bien, no tuvimos ningún problema. (sólo ligué algunas multas por inexperta… pero faltaban meses para que me enterara de eso)
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En SP retiré una lente que había mandando a arreglar por correo, visite el MASP (encontrándome por primera vez cara a cara con un Portinari), tome café con mi querido Sillas y pre-produje frenéticamente mis primeras semanas de rodaje en Costa Rica. Una vez más, mi derrotero comenzaba por ahí. Pero, a diferencia de todas las otras veces, estaba viajando internacionalmente en plena pandemia.
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Los números de COVID en Brasil y Costa Rica estaban empeorando y yo todavía no estaba vacunada. Pero lo que me preocupaba, gracias a la manija creativa, era qué grabador de audio iba a poder tener conmigo en el medio de la selva durante una semana… No sea cosa que lo urgente no deje tiempo para lo importante.