Lo más difícil – me decía – era no poder hacer ningún plan. No poder estimar cuánto faltaba para cambiar de etapa. Entraba al mapa de IATA varias veces por semana para mantenerme informada de la situación de las fronteras del mundo. ¿A dónde me iba a ir? ¿Cuándo?
Desde dentro de la casa, encontré pequeñas alegrías y micro bellezas que apreciar. Eso por suerte siempre pasa. Hice playlitsts para caminar al chino. Volví a llenarme los ojos de los colores del otoño. Era lindo eso en Buenos Aires, me iba acordando.
Las semanas pasaban entre renders, tartas, ñoquis y entrenamientos.
Las ventanas, la vista desde la terraza, los mates, los atardeceres.
Algunes amigues entraban en la ‘burbuja’. Todavía no le decíamos así, pero ya lo íbamos practicando todes un poco.
Solo del todo todo no se puede. No se podía. Yo no pude.
Nos encontrábamos. Nos pasábamos alcohol, prestábamos atención al vaso de cada quien. Armábamos dos mates…
y no posteábamos al respecto.