Hace meses que no posteo nada en el Instagram.
Apenas stories. Pedacitos de vida que me atrevía a mostrar porque se esconderían pasadas 24 horas. Paréntesis efímeros. Lo que esperaba que fuera este paréntesis pandémico que lleva casi dos años.
Al principio fue porque dejé de viajar. Postear cosas de viaje cuando ni yo ni ‘nadie’ estaba pudiendo moverse era como meter(nos) el dedo en la llaga.
Después fue porque volví a viajar, y postear contenido de viaje cuando la mayoría de las personas se veían sumamente limitadas en sus movimientos se me hacía desconsiderado.
Y siguió pasando el tiempo…
Una práctica que se abandona se vuelve más difícil de retomar con cada día que pasa.
Hoy caigo en la cuenta y quiero retomar, pero no estoy segura de cuál es el tono con que quiero publicar. O qué de todo lo que pasó mientras yo pretendía vivir entre paréntesis, compartir.
Pero, como la única manera de retomar es retomando, titubeo estas frases en mi teclado y empiezo de vuelta.
Spoiler alert: sigo viajando.