Preguntas en la ducha

Salto de la camioneta y corro hacia la casa número 6 de Malibu con las manos atiborradas: la toalla, el traje de baño seco, un top mojado, el drone, bolsas de compras. No corro por deporte, estoy apurada. Tenemos que prepararnos para otro spotlight, de manera que sólo me queda tiempo de bañarme y seguir manos a la obra.

Ritmo Grind Camp

Acabamos de volver de un día muy intenso. Dos largas manejadas, voluntariado en la biblioteca comunitaria de Las Salinas y de regreso a San Juan con una parada técnica en el Maxi Palí para comprar provisiones.
Unos minutos más tarde, ya bajo la ducha, siento mi cuerpo y mente agotados. Me esfuerzo por recapitular mentalmente las cosas que ya aprendí pero estoy demasiado cansada. Sé que prefiero estar cansada a estar aburrida pero me pregunto si esta dosis será saludable. Aunque cansancio/aburrimiento pueden ser estados complementarios de una sana curiosidad, a mí me sucede más el cansancio que el aburrimiento. Estoy intentando responderme la pregunta inevitable y recurrente de por qué estoy haciendo todo esto, conduciéndome a este estado de agotamiento tan fuerte. No lo logro, todo es demasiado sobrecogedor… pero mientras el agua caliente relaja mis músculos y abre mis poros, achico mis pensamientos y dejo lugar a las sensaciones. Estas son aún más difíciles. Se escurren como el agua entre mis pies sin que pueda nombrarlas. Es que las palabras son siempre apenas una huella, lo que el territorio al mapa; y yo estoy aún en pleno Grind Camp. Salgo de la ducha, sigo apurada. Me seco el pelo, me visto, hago lista mental con las cosas que tengo que llevar a la casa 4 para el livestream del spotlight. Soy pura acción y sensación. Con suerte, me digo, las palabras vendrán después.