Cosas que pasan

¿Qué pasó que hace tanto que no consigo publicar un post? ¿Que mi relato de viaje se quedó clavado justo antes de mi regreso a México?
Pasó de todo.

Pause

Ya estamos en Junio y se me acumularon destinos, lugares, personas, reflexiones, sorpresas y anécdotas que todavía no posteé. Pero, ojo, tomo notas. Están desparramadas en el wordpress, en el memo del celular, en google keep y en varios cuadernos. Lo terrible de la acumulación es el desorden. Lo no compartido (todavía) hace presión para salir pero ya está todo enmarañado. Necesito encontrar el tiempo para ordenarlo y relatarlo con atención. Esta demora se debe en parte a que (por suerte) tengo mucho trabajo. También se debe a que me enamoré en el Caribe mexicano, volví a Argentina a visitar, a dar una charla en la DNX y a hacer trámites y estoy organizando el Grind Camp en Nicaragua (una experiencia de co-living y coworking gratuito para los participantes) que empieza en menos de un mes y lleva su tiempo y energía. Digamos que estoy medio a mil, aunque no me doy ni cuenta.

El vacío al que me lancé en Mayo de 2016 se llenó de actividades, de proyectos y de personas. Pero no es sólo eso. Ya pasó más de un año sin invierno. Esto del viaje se convirtió en mi estilo de vida y mi fascinación se aplacó (sólo un poco). No es algo malo, al contrario, se está asentando en mí esta manera de estar en el mundo que me gusta tanto. Pero puede ser que se esté modificando mi criterio editorial y ya no me parezca todo igual de fascinante porque ya me acostumbré un poco a vivir en movimiento; rebotando de sorpresa a sorpresa y de serendipia a serendipia. También puede ser que -como pretendo ir en orden- al atrasarme se me arman filas mentales de posts futuros sobre el pasado. ¡Con lo que odio las filas! Quizás me equivoco, pensé hoy, mientras paseaba por Lancaster. Quizás no tengo por qué ir en orden.

Fast Forward

Volviendo a la casa de mi amiga Amelia en Lancaster (la misma Amelia del último post que publiqué, ¡se mudó a Estados Unidos!) me di cuenta de que tenía ganas de escribir en presente. Mmmm… estoy atrasada, pensé. Si por conservar la cronología pospongo esas ganas, se me van a sumar algunos miles de caracteres más a la ya extensa cola de lo que quiero contar, seguí pensando. Pero tampoco puedo saltar al presente sin decir nada, dejando una elipsis monumental en el lugar que corresponde a todos esos caracteres rezagados que se anuncian en mis notas. Así que acá va un fast forward con un “ampliaremos” al final. ¿Qué pasó desde lo último que les conté? ¿Qué pasó desde la última vez que publiqué un post?

Pasó de todo. Volví a México una y dos veces a pasar tiempo con Pasku porque queríamos más, una y dos veces quisimos más. Con él buceé como 15 cenotes distintos más y me muero de ganas de escribir sobre algunos de ellos. Fui a Argentina, hablé en público en la DNX (estuvo buenísimo), abracé a mis amigxs, participé en algunas de sus acciones artísticas autogestivas y las disfruté como nunca, sintiendo orgullo hacia ellxs y culpa de no quedarme a luchar en la invernal hostilidad que azota a mi país, acaricié a Cachafaz, pedaleé en mi querida bici, comí choripan y entraña, renové el DNI, me peleé con el banco, me tuve que abrigar algunas veces y… no me quise quedar.
Después volví a México. Más buceo, más calor, más playa, más bici, más yoga, más compu. Pasku y yo fuimos a Cuba 13 días. Volvimos a Playa del Carmen, donde ya tengo, además, amigxs que extrañar. Luego me vine a Lancaster, Estados Unidos, a visitar a Amelia, a quien conocí al comienzo del año sin invierno en Costa Rica. Acá también estoy renovando mi equipo de trabajo: se vienen cámara nueva y ojalá un drone.

Play

Las pequeñas magias hilvanan siempre los días que resumo en titulares. Ayer una completa extraña decidió prestarme una bici después de que el local donde trabaja se rehusara a alquilármela. Me la dio para que la use hasta que me vaya. Eso me llenó de felicidad así que publiqué una foto en Facebook e Instagram, pero a la foto le faltaba la pequeña historia, que es lo mejor de todo. Adriana me había respondido por el Facebook del local a donde unas horas más tarde fui a buscar una bici en alquiler y cuando vio que no había encontrado solución a mi necesidad, me habló desde su Facebook personal ofreciendo prestarme una bici que tiene de más. Como nos costaba combinar un horario para el encuentro, la dejó atada en la puerta de su casa y me mandó un mensaje de texto con la dirección y el código del candado. La última palabra del mensajito era:”Enjoy!”. Seguí las indicaciones de google maps hacia mi bici prestada. Primero acompañé a Amelia hasta el restaurante donde trabaja y luego sólo tenía que seguir tres cuadras más para llegar a la materialización de la empatía. ¿Por qué me presta su bici esta chica? – me preguntaba una y otra vez, aunque ya tuviera una primera respuesta: que es una amante de las bicis y que había empatizado con mi situación de visitante sin acceso a una. No me conoce, lo único que sabe de mí es que tengo muchas ganas de pedalear por su ciudad y ella, fanática del pedaleo, fue testigo de mi situación y decidió alegrarme la estadía en Lancaster- me dije. Mientras caminaba entre las casas de ladrillo visto y porches adorables con el celular en mano, la alegría e intriga se acumulaban en mi cuerpo como los posts en la fila mental. Al verla atadita en la baranda de la escalera de entrada a la casa casi me hago pis encima. Era una bicicleta Peugeot preciosa, completamente restaurada y ¡amarilla! (mi color favorito)

Bien común

Hay un video sensiblero de TV2 Holanda que se viralizó hace no mucho que se trata sobre todo lo que tenemos en común con otrxs sin darnos cuenta. Tener en común con lxs otrxs es inevitable, sin embargo, cada vez que lo común se hace gesto, invitación, confianza, regalo o risas siento una tibieza en mi cuerpo que me abriga todo el ser. No creo que me pase sólo a mi, si no ese video no se hubiese viralizado.
Curiosamente (y esto lo acabo de descubrir en plena escritura), el local de bicis donde trabaja Adriana se llama The Commonwheel (La Ruedacomún) y es un juego de palabras con la palabra commonwealth que se refiere al bien común pero se usa sobre todo en política. Pensilvania es uno de los 4 estados de Estados Unidos que conserva esta palabra en su nombre. En momentos de fervor republicano se usó esta palabra para oponer el poder que emanaba del acuerdo del pueblo y cuyo objetivo era el bien común, al poder colonial tradicional que buscaba beneficio unilateral de la corona inglesa.
Adriana y yo tenemos algo en común: nos encanta andar en bici. Eso es lo único que sabemos la una de la otra. Esta tarde le escribí un mensaje para invitarle una cerveza en agradecimiento, pero estaba ocupada. Me dijo que mejor mañana que además hay una pedaleada de luna llena a la que, ya que estábamos, me invitó. Así que mañana voy a pedalear bajo la luna llena con Adriana y otros ciclistas de Lancaster. Llegaré sabiendo apenas que tenemos en común esta manera de disfrutar y me iré, intuyo, habiendo descubierto varias cosas más que nos acercan.

Próximo capítulo

Mañana un empleado de UPS tocará timbre en la casa de Amelia para entregarme una caja. Al abrirla me encontraré con mi nueva herramienta de trabajo: una cámara Sony a7sII. En una semana Amelia y yo nos iremos a New Orleans en auto. Desde ahí volaré a Nicaragua a empezar el Grind Camp que promete ser otra caja de sorpresas. Los caracteres que narrarán lo que viví entre Enero y Junio hacen cola y protestan. Una parte de mi quiere atenderlos desesperadamente y así terminar con el embotellamiento; pero se vienen paseos y un super proyecto que se llevarán toda mi atención por varios días más. Quizás escriba sobre ellos en presente, para que la fila de posts adeudados no crezca. Hace un año salté al vacío, ahora sigo saltando pero el vacío se llenó alegremente y a mí, empezando el segundo año sin invierno, me queda claro que seguirán pasando cosas… ampliaremos