Etimologías #4 Compartir

Estoy segura de que el uso de esta palabra aumentó muchísimo a partir del advenimiento de las redes sociales. No sólo la leemos y cliqueamos centenares de veces a la semana, sino que pasó a contener un montón de matices digitales distintos.
Viajando sola comparto pequeñas y grandes cosas con personas nuevas cada día. Atesoro esos momentos y me sorprende mi predisposición y la variedad de lo que conseguimos compartir.

Paradoja inmaterial

La raíz de esta palabra es sencilla. Viene del latín y está formada por el prefijo com que significa “con” y el verbo partiri, que significa dividir. O sea, dividir con. Tengo una pizza, la corto en 8 y la comparto con mis amigos. Cada uno obtiene una parte. Si comparto la cama no hace falta que la corte al medio, pero sí que voy a tener menos espacio para despatarrarme.
Ahora bien, cuando compartimos en las redes sociales no estamos dividiendo, sino multiplicando. Porque compartimos información. Compartir información (de todas las maneras, no sólo en redes sociales!) tiene la bella consecuencia de que cuanto más se comparte, más disponible está para todos. Esto es lo contrario a lo que sucede con la pizza o cualquier otro recurso material; y contrario a lo que nos dice la raíz de la palabra. Me interesa esta paradoja por varios motivos.
Como cualquier Millenial (denominación que nos dieron en el mundo del marketing a quienes nacimos entre 1981 y 1995), disfruté de las varias maravillas de Internet desde el napster hasta los torrents, aprendo de todo en todo tipo de foros, entreno la capacidad de preguntarle a google para que me muestre lo que me interesa, y soy una ferviente defensora del peer-to-peer a todo nivel. No sólo creo que la comunicación directa entre pares es de lo más eficiente (que no derrocha recursos, que genera abundancia) sino que es además lo que más disfruto y me resulta muy difícil permanecer o prosperar en otro tipo de lógicas.

Interacciones

No sorprende a nadie (creo) que los sistemas digitales horizontales diseñados para compartir información hayan sido tan bienvenidos. No pierdo nada haciendo que mi biblioteca de música esté disponible para todo el que quiera copiarla, de hecho al hacerlo construyo un sistema en el que también me beneficio de la información que tienen otros. La revolución informática nos trajo hasta la omnipresencia del compartir pasando por la creación y proliferación de la red de redes. Compartir información que ya tengo es fácil. Sin embargo, a toda la gente que desde los lejanos tiempos de icq, napster, ircap, edonkey digitaliza, sube, ordena, cataloga, crackea, explica… ¿quién le paga? Tengo mi propia respuesta para esto: compartir voluntariamente da muchísimo placer. Y no es imprescindible que sea impersonal información. Fue lo primero, pero estamos yendo por más. Desde hace unos años, a través de Internet, están prosperando sistemas de información que facilitan compartir todas las otras cosas que ¿no son información? (me disculpo, no puedo evitar la pregunta filosófica que no pretenderé responder aquí). Todas las otras cosas que (ponele) no son información: el viaje en auto, el propio auto, la casa, las herramientas, la comida, el tiempo libre, el hobby… Algunas se sostienen únicamente en ese placer empático de dar que yo propuse como respuesta más arriba. Otras combinan ese placer con una retribución económica similar o más baja que su contraparte tradicional. A saber: Uber, Airbnb, Couchsurfing, Meetup, Neighbourgoods, entre miles de otras. Hay varias ideas interesantes detrás de este movimiento de economía colaborativa que se basa en construir comunidades alrededor aquello que se quiere compartir:

  • Es mucho más placentero y relajado tener acceso a las cosas que tener cosas: Por eso proliferan tanto los negocios de prestación de servicios. Pensemos en la caladora, la lijadora, los esquíes, la carpa o cualquiera de esas cosas que uno sólo puede usar una cantidad de veces ridículamente baja en la vida. Si ya las tengo, ¿por qué no compartirlas? a cambio puedo tener acceso a otras cosas que tal vez necesite mucho pero contadas veces. La reinvención del club. Neighbourgoods no funciona en Argentina, pero ya vamos a tener nuestra versión local, y mientras las plataformas específicas se desarrollan y crecen, las redes sociales más generales cumplen esas funciones. Hay listas de correo como freecycle, gratiferias y grupos de facebook. ¿Quién no pide cada tanto algo prestado en su muro de Facebook? Siempre que lo hice me dio resultado. La última vez conseguí que me presten un trípode en París para un trabajo que me salió mientras viajaba por allá. Ah, en Paris me movía por todas partes con Vèlib, el sistema público de bicicletas de la ciudad.
  • Compartir offline es divertido y da placer a ambas partes: Couchsurfing es una red de hospitalidad. Los anfitriones reciben viajeros y los viajeros tienen dónde descansar, cocinarse y un local con quien charlar, con quien compartir. WarmShowers es parecida pero específica para viajeros ciclistas. No hay dinero de por medio, sólo ganas de escucharse y descubrir lo que nos hace diferentes y lo que nos hace parecidos. Couchsurfing la uso hace años y la variedad de experiencias bonitas que me ha regalado es enorme. Sin ir más lejos, toda mi estadía en Jacó, Costa Rica estuvo muy influída por mi estadía en lo de Amelia, mi anfitriona de Couchsurfing. Además de hacernos amigas muy rápidamente, me contactó con una escuela y un hotel que me contrataron para que les realice un video a cada uno. Me acompañó a la montaña a grabar la primera canción de Un año sin invierno y hasta se animó a operar una cámara. La primera noche que me hospedó, sus padres cayeron de sorpresa y terminamos durmiendo 6 personas en un diminuto 2 ambientes. Cuando el corazón es grande el tamaño de la habitación es lo de menos: el espacio se subdividió mientras la alegría se multiplicaba.
  • Compartir aliviana los costos, es eficiente: Tengo que manejar 5 horas en mi auto para ir a una reunión. Además del demasiado ignorado sinsentido de mover 1000 kg de acero para transportar entre 60 y 80 kg de humanidad y lo caro que está el combustible, probablemente me gustaría ir conversando con alguien en el viaje y además podemos compartir (ahora sí dividir) los gastos. Ingreso mi viaje a una red como blablacar y rideshare (Reino Unido y USA respectivamente) y quizás alguien viaje conmigo. Cuento además con su perfil y referencias de la comunidad y voilá: la reinvención del dedo. Coviajero, Carpoolear, viajamosjuntos son versiones locales, es decir, para viajar con cebador. No las probé, pero ya lo haré.

Informándonos

“Aunque resulta chocante a las mentes educadas tradicionalmente, el destino de una célula individual es determinado en gran parte por lo que sus vecinas están haciendo”
Sally Jo Goerner - After The Clockwork Universe
Información viene del latín in-formatio. Formatio significa dar forma, generar y el prefijo in indica dirección: hacia dentro. Hace unos años, en el libro After The Clockwork Universe, que seguramente cite muchas veces más en otros posteos, encontré una descripción de las características que diferencian la vida de la no vida que me sorprendió e impactó profundamente. En lugar de centrarse en la capacidad de los seres vivos de replicarse, capacidad que tienen también secuencias químicas no vivas; se concentraba en su capacidad de seguir información. Los seres vivos no dependemos de nuestra fuente inmediata de energía, sino que somos capaces de continuar funcionando y buscar una nueva fuente, seguir la información hacia ella optando entre varias rutas posibles.
Disgresión mediante, lo que quiero decir es que la información nos da forma, nos genera, tal como el destino de la célula depende de la información con la que ésta interactúa, de la red de la que forma parte. La palabra información implica interacción. Se me ocurre, siendo optimista, que la práctica de compartir información nos está enseñando una valiosa lección sobre nuestras interacciones.
Valiosa porque no debería darnos lo mismo que el eternamente insatisfecho deseo humano busque su satisfacción transitoria en la posesión individual de bienes materiales (acumulación) o en la información, el conocimiento. En el primer escenario, todo lo que tengo de más, se lo estoy quitando a alguien que lo tiene de menos (claro, en un tablero complejísimo que no me permite ir caminando a restituírselo). En el segundo, todo lo que tengo lo tenemos todos, cada copia y reinterpretación de un trozo de información puede enriquecer la red y acelerar su evolución.
La revolución informática y la conectividad veloz y portátil a través de plataformas cada vez más específicas que no son otra cosa que complejos filtros, igual que una membrana celular; aceleran y propician interacciones: encuentros de necesidades complementarias y de intereses afines. Nos facilitan compartir de lo material y de lo inmaterial, offline y online todo mezclado. Emergen en plena sociedad de consumo y proponen lógicas contrarias interesantes, porque funcionan a escala pequeña, humana y porque nos ayudan a disfrutar de las muchas virtudes de compartir que insisto, es multiplicar.